DERRUMBE DE UN MATRIMONIO.
—¡Señora, pero ¿para dónde va?! ¿Qué pasa? —Antonia preguntó angustiada.
Gracia bajaba por las escaleras arrastrando la maleta con furia. Las lágrimas le surcaban el rostro y no se molestaba en ocultarlas.
—Me largo de esta casa… de este matrimonio que no fue más que una farsa, Antonia.
—¡Dios! Señora, no la entiendo. Déjeme ayudarla, cálmese por favor. ¿Le ayudo con la bebé?
—¡No! No me pidas que me calme. Y dile al imbécil de tu jefe que me fui. Que no pierda el tiempo buscándome, que puede quedarse con su amante.
Antonia se agarró la cabeza, confundida, impotente. Gracia salió de la mansión sin mirar atrás. Colocó a Hope en la sillita del coche, ajustó el cinturón y arrancó con brusquedad. El volante temblaba bajo sus manos mientras golpeaba con el puño, ahogada en sollozos.
«¿Cómo fuiste capaz, Maximilien? ¿Cómo echaste todo a la basura?»
El teléfono sonó. Su corazón se agitó, creyó que era él. Pero no era Pandora.
Gracia contestó con la voz rota:
—¡Valiente amiga la que me cargo,