CAPÍTULO 32
La cena transcurría entre risas, brindis y los ojos brillantes de Abril. Luna trataba de acompañar el entusiasmo, aunque una tensión muda le oprimía el pecho, mientras Alex se mostraba más contento de lo usual, casi eufórico, entretanto servía una segunda ronda de vino.
Abril, ya algo sonrojada por las copas anteriores, levantó su copa con torpeza.
—¡Por los cambios! ¡Por la suerte! ¡Y porque… por fin alguien reconoció a mi bello hermano! —exclamó entre carcajadas.
Luna rio también y alzó su copa, rozándola con la de su hermana y la de Alex.
—Por el futuro —brindó Alex, mirando fijamente a Luna—. Por los nuevos comienzos —Y los ojos de Alex, en particular, no paraban de buscar los suyos.
Abril llenó su copa otra vez, y otra más.
—¡Ay, esto sabe cómo vacaciones! —exclamó, riéndose de sí misma.
—Abril… —murmuró Luna, tomándole la copa—. Tal vez deberías parar.
—Pero si apenas… apenas estoy empezando —balbuceó entre risas y Luna negó suavemente y se levantó.
—Ven, vamos a aco