Luna no sabía cuántas veces tecleó el nombre completo de Andrey en el buscador interno del sistema ni cuántas veces borró los resultados antes de abrirlos. No aparecía foto, no había historial, ni puesto definido.
Por más que intentaba dar con alguna semejanza, no hay nada sobre él.
No había más pistas. Era como si él no existiera.
El resto del día pasó con una lentitud agónica. Se obligó a trabajar para no parecer sospechosa, pero en más de una ocasión sintió que alguien la observaba. Al girarse, no había nadie, incluso caminó hasta el baño dos veces solo para lavarse las manos y despejarse, como si eso pudiera arrancarle de la piel la ansiedad que llevaba impregnada desde hacía días.
Y finalmente, la jornada terminó. Ella se despidió de Carla, que no le hizo preguntas, y luego bajó a la planta baja, mirando hacia la puerta para tomar un respiro.
Y casi cuando llegó a la puerta, su teléfono sonó.
Su semblante cambió cuando Abril fue la que apareció en la pantalla y frunció el ceño.
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