La mansión en York era imponente, pero Isabelle no se dejó intimidar.
Subió los escalones con paso firme, aunque por dentro, todo era un torbellino.
Un mayordomo la condujo por pasillos silenciosos hasta una oficina privada en el ala este.
Era el despacho personal de Jonathan Hartley.
Elegante, sobrio, con ventanales que daban al jardín trasero.
Jonathan estaba de pie junto a su escritorio de nogal.
Al verla, hizo un gesto breve.
—Siéntate.
Isabelle obedeció, cruzando las piernas con elegancia.
Jonathan se acomodó tras el escritorio, sin perder tiempo.
—Los empleados de la Mansión Moore han comentado que tú y James han estado… más cerca de lo habitual.
Isabelle no respondió.
Jonathan continuó:
—Tu matrimonio con Noah no es solo emocional. Es estratégico.
No puedes darte el lujo de jugar con eso.
Isabelle lo miró fijamente.
—No puedo seguir viviendo como si mi vida fuera una transacción.
Jonathan se inclinó hacia ella.
—Eres la futura heredera