Después del beso, James se retiró con Beatrice y Evelyn.
Noah se quedó unos segundos en silencio, luego se acercó a Isabelle.
—Voy a llevar a Celeste a casa —dijo con voz baja—. Solo quería que lo supieras.
Isabelle lo miró con suavidad.
—No te preocupes por mí, Noah.
Él asintió, sin poder ocultar la tristeza en sus ojos.
Salió de la habitación sin mirar atrás.
Camille y Lucie entraron poco después, trayendo consigo una calma silenciosa.
Se sentaron junto a Isabelle, sin decir nada.
Solo estaban ahí.
Y eso bastaba.
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En el auto, el ambiente era tenso.
Beatrice rompió el silencio.
—Cruzaste los límites, James. Los que te pedí que respetaras.
James suspiró, sin apartar la vista del camino.
—Lo sé. Lo hice.
Y si me arrepiento de algo… es de haber puesto en riesgo su vida.
Beatrice lo observó con firmeza.
—Entonces deberías alejarte. Al menos por ahora.
Mientras siga casada con Noah, no puedes estar con ella.
James apretó los labios.
—Lo haré. Pero solo has