Isabelle entró a la Mansión Moore con el corazón latiendo más rápido de lo que podía controlar. Noah no estaba. Solo Camille y Lucie, que al verla cruzar el vestíbulo, se levantaron de inmediato.
—¡Ven aquí! —dijo Camille, tomándola del brazo y llevándola a la habitación.
Lucie cerró la puerta tras ellas.
—¿Lo tienes? —preguntó con los ojos brillando.
Isabelle asintió y sacó el sobre de su bolso. Lo sostuvo unos segundos, como si aún no estuviera lista para soltarlo.
Camille lo tomó con delicadeza, como si fuera una joya.
—Lo abrimos juntas —dijo—. A la cuenta de tres.
Lucie se colocó a su lado.
—Uno…
—Dos…
—Tres.
Camille rasgó el sobre. Sacó la hoja.
Lucie la leyó al mismo tiempo.
Y entonces, Camille casi gritó:
—¡James es el papá!
Lucie se llevó las manos a la boca, emocionada.
—¡James! ¡Isa, él va a ser el mejor padre! Tiene todo: carácter, sensibilidad, y te ama… aunque no lo diga.
Mientras ellas celebraban, Isabelle permanecía sentada, con u