La lluvia fina de York había cesado justo antes del anochecer, dejando las calles brillantes como espejos. El evento de la Fundación Kingswell reunía, como cada año, a los empresarios más influyentes de la ciudad. Esta vez, la presencia conjunta de **The Moore Group** y **Hartley Enterprises** era el centro de todas las miradas.
La entrada del gran salón estaba iluminada por candelabros de cristal, y el aroma a flores frescas se mezclaba con el murmullo de conversaciones y el tintinear de copas.
Jonathan Hartley caminaba junto a Isabelle, impecable en un vestido negro de seda, discreto pero de porte impecable. A unos pasos detrás, Noah avanzaba al lado de su padre, Gregory Moore, mientras James cerraba la formación con su habitual elegancia contenida.
—Recuerda, Isabelle —susurró Jonathan antes de entrar—, esta noche es sobre diplomacia. No sobre... viejos asuntos.
Ella no respondió. Había aprendido a leer entre líneas: “viejos asuntos” era su forma elegante de decir “James”.
Dentro,