Camille, intentando aliviar la tensión, se inclinó hacia Isabelle con una sonrisa suave.
—Podrías decírselo a Noah… después de todo, es mellizo de James. Son prácticamente idénticos. Nadie notaría la diferencia.
Isabelle negó con la cabeza, su expresión se endureció.
—No, Camille. Si Noah se entera de que le mentí… si el bebé tiene el cabello ligeramente quebrado como James y no perfectamente lacio como el de él… o si empieza a notar rasgos que no encajan… explotará. Lo conozco. No lo tomaría bien.
Lucie asintió, comprendiendo el miedo que se escondía detrás de esas palabras.
—Tienes razón. Entonces… ¿por qué no decirle a James que el bebé es suyo?
Isabelle la miró con los ojos abiertos, casi dolida por la sugerencia.
—No puedo hacerle eso. No podría engañar a James. No después de todo lo que hemos vivido. Él merece la verdad, no una mentira que lo ate a algo que tal vez no le pertenece.
Camille se cruzó de brazos, pensativa.
—Entonces analicemos la situación con det