James se quedó mirando el ventanal por unos segundos más, como si necesitara que la ciudad le diera respuestas. Luego tomó el teléfono.
—Damian, que suban algo ligero. Algo que tolere una mujer embarazada, se discreto. Y que sea rápido.
Veinte minutos después, el aroma de comida recién preparada llenó la oficina. Una sopa suave, pan artesanal, fruta fresca. Isabelle lo miró sorprendida.
—Gracias… —dijo, tomando la cuchara con cautela—. Es la primera vez en días que no siento náuseas.
James se sentó frente a ella, con una expresión que mezclaba alivio y concentración.
—Me alegra. Necesitas cuidar tu cuerpo… y tu mente.
Comieron en silencio unos minutos, hasta que James dejó los cubiertos sobre el plato.
—Tenemos que pensar en lo que sigue. Y creo que lo más sensato sería hacer una prueba de ADN.
Isabelle bajó la mirada.
—Lo sé… pero si le digo a Noah que debe hacerse una prueba, se va a molestar. Mucho.
James asintió lentamente.
—Por eso no será él quien la haga p