La mañana avanzaba con normalidad en *The Moore Group*. Noah estaba en su oficina, revisando informes de inversión, cuando su celular vibró sobre el escritorio. El número era desconocido. Dudó un segundo, luego respondió.
—¿Sí?
Una voz grave, distorsionada, habló al otro lado.
—Tenemos a tus hijos.
Noah frunció el ceño, confundido.
—¿Mis qué?
—Tus hijos. Están con nosotros.
Noah se incorporó en su silla, desconcertado.
—Yo no tengo hijos. No sé quién eres, pero si esto es una broma, no tiene gracia. No vuelvas a molestar.
Iba a colgar, pero la voz lo detuvo.
—Entonces nos desharemos de Leah Moore primero.
Noah se congeló. Su dedo se detuvo sobre la pantalla.
—Espera… ¿Qué nombre dijiste?
—Leah. Leah Moore. Y Alex. Si quieres volver a verlos, debes divorciarte de Isabelle. Cuando tengas el certificado, llámanos.
La llamada se cortó. Noah se quedó mirando el teléfono, con el corazón acelerado. Se levantó de golpe, salió de su oficina sin decir una palabra y s