El bar estaba lleno, pero el reservado que James había solicitado ofrecía privacidad suficiente para que las risas no se mezclaran con el ruido del resto del lugar. En un rincón, los hombres hablaban entre tragos y cartas. James, Noah, Oliver y Evan estaban relajados, con copas en mano y bromas flotando entre ellos.
—Entonces, ¿cómo será tu despedida de soltero? —preguntó Oliver, barajando las cartas con destreza.
—Tranquila —respondió James, con una sonrisa—. Nada de escándalos. Solo buena música, whisky y ustedes.
—¿Y sin mujeres bailando en jaulas? —bromeó Evan.
—No necesito jaulas —dijo James—. Ya tengo a quien me hace perder la cabeza sin necesidad de barrotes.
Los hombres rieron, mientras en otro reservado, Camille, Lucie, Celeste e Isabelle hablaban de la despedida de soltera.
—Yo quiero algo elegante —dijo Isabelle—. Nada de disfraces ni juegos incómodos.
—Entonces descartamos el stripper disfrazado de bombero —bromeó Camille.
—Totalmente —respondió Isabelle, r