La cena había comenzado con una calma tensa. Los cubiertos se movían con discreción, el aroma de los platillos llenaba el comedor, pero nadie hablaba demasiado. Jonathan Hartley ocupaba la cabecera de la mesa como si le perteneciera, con Isabelle sentada a su derecha, los hombros rígidos, la mirada baja.

Beatrice observaba todo con la serenidad de quien ha vivido demasiadas guerras familiares. Camille y Lucie intercambiaban miradas silenciosas, mientras Noah y James se mantenían en sus respectivos extremos, atentos pero contenidos.

Cuando los primeros platos fueron servidos, Jonathan dejó el tenedor sobre el borde del plato con un gesto deliberado. Su voz cortó el aire como una hoja bien afilada.

—Imagino que todos aquí están esperando que esta cena transcurra con normalidad. Pero me temo que lo que habían planeado… ya no se hará.

Noah levantó la vista de inmediato, buscando la mirada de James. James lo miró también, sin decir nada, pero con la tensión marcada en la mandíbula.