El auto se detuvo frente a la mansión en Belvedere Hill. Las luces del porche estaban encendidas, proyectando sombras suaves sobre la entrada. Isabelle se volvió hacia Noah.
—Gracias por traerme.
Noah asintió, sin decir nada. Isabelle se inclinó y lo abrazó con fuerza. Él la sostuvo unos segundos, luego la soltó con una sonrisa tranquila.
—Ve. Él te está esperando, aunque no lo admita.
Isabelle bajó del auto, ajustó el abrigo y caminó hacia la puerta. Tocó con suavidad.
Una empleada nueva abrió. Joven, de rostro amable, pero sin reconocerla.
—¿Sí?
—Buenas noches. ¿Podría ver a James?
La empleada dudó un instante.
—Le avisaré. ¿Quién lo busca?
—Isabelle.
La mujer asintió y la hizo pasar al vestíbulo.
—Espere aquí, por favor.
Isabelle se quedó de pie, observando los cuadros en las paredes, los detalles que conocía bien. Minutos después, la empleada regresó.
—El señor Moore pidió que lo acompañara.
Isabelle la siguió por el pasillo, hasta llegar al pequeño b