El café *Linden & Co.* seguía igual que cuando tenían quince años. Las lámparas colgantes, las mesas de madera gastada, el ventanal que daba a la ciudad iluminada como si nunca durmiera. James llegó primero. Se sentó en la mesa de siempre, junto al cristal, con el menú entre las manos y la mirada perdida en los edificios que titilaban a lo lejos.
Isabelle entró minutos después, sin saber que él estaba ahí. Buscaba una mesa cerca del ventanal, como siempre. Como antes.
Y entonces lo vio.
James. Solo. En la misma mesa.
Su primer impulso fue girarse y salir. Pero él la vio. Y ella no iba a darle el gusto de pensar que huía.
Se acercó con paso firme, deteniéndose frente a la mesa contigua. Justo cuando iba a sentarse, James levantó la vista.
—Puedes sentarte conmigo… si lo deseas.
Isabelle lo miró, sin moverse.
—¿Y si no lo deseo?
James sonrió apenas.
—Entonces te tocará esa mesa, lejos del ventanal. Sin poder admirar la ciudad como siempre te ha gustado hacerlo.
Isa