Capítulo 75: La tortura de sentirse invisible.
Las palabras de Kerim fueron como una bofetada. Zeynep sintió que se le quebraba el pecho, que el aire se volvía denso y cortante. No esperaba una crueldad tan directa. Bajó la mirada, abrazó a Evan contra sí, buscando consuelo en el calor del pequeño.
—Tienes razón. No puedo devolverte esa vida, Kerim. Y si pudiera, Evan tampoco estaría en tu vida, ¿verdad?
Kerim desvió la mirada hacia su hijo, el silencio llenando el espacio entre los tres.
—Yo no soy importante para ti, Kerim. Pero tu hijo… Evan no tiene la culpa de tus errores. Tienes razón en algo: yo solo estoy aquí por un tiempo. En cualquier momento tendré que irme —dijo Zeynep, su voz un susurro cargado de resignación.
Kerim apartó la vista y murmuró, casi con un tono de súplica disfrazada de arrogancia:
—Ya es suficiente, mejor no digas cosas de las que después te arrepientas.
Zeynep lo miró, pero no dijo nada. El silencio se hizo pesado, como si la habitación se hubiera llenado de sombras.
De pronto, Kerim se levantó de la