Delia se casó feliz, enamorada y con tantas ganas de formar una hermosa familia, los primeros dos años fueron maravillosos, Edgar su esposo la amaba con locura. El día que se enteró que estaba embarazada, estaba feliz, quería darle una sorpresa a su esposo en su oficina. La sorpresa y muy desagradable se la llevó ella, cuando encontró a su esposo con su secretaria, desgraciadamente ella perdió a su bebe y todo su matrimonio se vino abajo. No obstante Edgar su esposo quería retenerla, la amaba y quería su perdón, la amenazó e hizo hasta lo imposible para que ella no pudiera dejarlo. Unos años después, Delia cansada de todo y completamente rota, decidió fugarse, dejando todo el pasado atrás y sin ganas de volver a ver a Edgar, ella planificó todo solo en sietes días… ¿Quieres conocer qué es lo que hizo? Sigue leyendo esta historia…
Leer másLos hombres en el evento tintineaban las copas entre sí, era una gran celebración de la compañía COMVIT se había adjudicado una más de las pequeñas empresas de la ciudad, formando un gran emporio.
Todo esto hecho por Edgar Ornelas, un joven abogado que al morir su suegro se quedó a cargo de la compañía, antes era una pequeña empresa dedicada a comidas congeladas, que solo se distribuía en centros comerciales, ahora con él a cargo la industria aumentó, muchos restaurantes y hoteles de alta categoría manejaban ya los diferentes productos.
Un anciano habló. “Felicidades Edgar, un hombre como tú no es común, tus ideas y emprendimiento han llevado a la cima la empresa COMVIT, Fausto debe estar orgulloso”.
Edgar un hombre alto, guapo y de ojos color miel le sonrió. “Estoy halagado, solo trato de llevar lo que mi suegro construyó a un mejor nivel”. Giro para ver a la mujer que venía a su lado preguntándole amorosamente. “¿Verdad cariño?”.
Delia miró a su esposo y sonriendo asintió, regalándole a todos una mirada tranquila, después le dijo al hombre mayor. “Mi padre luchó mucho por esta empresa y la gente que trabaja aquí también merece algo de crédito”.
El hombre sonrió recordando al fundador y como era su estilo de trabajo en la empresa. “Está en toda la razón, Señora Ornelas”.
Miro a Edgar elogiando. “Tienes una carrera bien construida, una empresa que está llegando a la cima y una hermosa e inteligente esposa… ¿Qué podría faltarte?”.
Edgar sonrió y con esperanza en su voz dijo mirando a su esposa. “Un hijo”.
Ella perdió por un momento su sonrisa, respiró profundo, se tranquilizó y asintió a los presentes disculpándose. “Iré al tocador”.
Delia se fue directamente al baño, se lavó la cara y se miraba en el espejo en silencio, le dolía la mandíbula de sonreír tan fingidamente.
Se limpió las manos y salió para seguir con la gran farsa…
Caminando hacia la mesa de postres se encontró con Paula, la secretaria de su esposo. Ella sonreía de manera petulante. “Señora Ornelas…” Esto lo dijo con un tono despectivo.
Delia miró a la chica, era joven, bonita y llevaba un vestido de noche demasiado revelador para su gusto.
“Paula ¿Estás disfrutando de la fiesta?”. Delia en ningún momento perdió la cordura y fue amable con la mujer.
Paula hizo un puchero. “Estoy aburrida… Edgar está ocupado y apenas me ha dirigido la palabra”.
Delia sonrió y levantó su rostro en alto. “Lo siento por ti, eso es lo que te ganas con meterte con un hombre casado”.
Paula la miró por un momento en silencio y después sonrió advirtiéndole. “No por mucho tiempo”.
A Delia no le importaban sus palabras, siempre tenía veneno que arrojar. “Si me disculpas, mi esposo me está esperando”. Al decir Esposo lo dijo en el mismo tono que Paula la llamó señora Ornelas.
La música era cálida, Delia tomaba su copa de vino, Edgar se acercó besando su hombro. “Bailemos”.
Delia quería negarse, pero observo alrededor, ellos eran la pareja del año, todos estaban atentos a sus movimientos, ella llevaba un vestido de gala negro satinado pegado a su cuerpo, con abertura en el muslo, Edgar por su parte llevaba un smoking negro con su cabello peinado hacia atrás.
Mientras bailaban Edgar la miraba, ella era unos centímetros más baja. Edgar le dijo. “te ves hermosa esta noche”.
Delia lo miro. “¿Solo esta noche?”.
Edgar se carcajeó. “Todo el tiempo”.
Delia asintió y miró hacia la izquierda ignorando al hombre, Paula estaba de pie mirándolos bailar, parecía que su rostro se deformaba completamente, estaba furiosa.
La fiesta se terminó, Edgar llevó a Delia al auto donde el chofer los esperaba. Todo el camino, estuvieron en silencio, Edgar la miraba de vez en cuando, suspiro cansado, Delia había cambiado mucho después de ese día…
El día que todo lo cambio…
Llegaron a la mansión, Delia entró dejando su bolso y subió las escaleras, Edgar solo la miraba alejarse.
Delia entró a su habitación y empezó a desvestirse, aventando cada tacón algún lado de la habitación, odiaba usar tan altos pero la fiesta lo ameritaba.
Edgar entró quitándose la corbata, al ver los tacones los recogió y los acomodó en el armario, se acercó a su esposa rozando sus hombros. “¿Estás cansada?”.
Ella le daba la espalda, se quitaba las joyas cerca de la mesa de noche, su rostro estaba iracundo, al girar ella le sonrió amablemente. “Un poco”.
Edgar empezó a besar su mejilla. “Muy cansada para…” El beso su cuello despacio. Delia sabía lo que él quería, mientras él viajaba por su pecho ella perdía la sonrisa mirando a la nada.
Dejó que Edgar la tomará, la desvistió llevándola a la cama. Besos sus labios, su barbilla, su cuello, bajando de a poco, ella solo miraba el techo en silencio sin ningún sentimiento en su rostro, era limpio y frio, ella gimió, Edgar era bueno en el sexo y sabia como hacerla sentir un gran orgasmo, Delia solo cerro sus ojos hasta llegar al máximo…
Edgar la observó llegar, feliz por satisfacerla, la levantó y giró en la cama se adentró más en ella, besando sus espalda y cuello por detrás, ella solo siguió sus movimientos, él terminó minutos después, la cargo y se acostó a un lado respirando agitadamente. “Fue increíble”.
Delia solo se cubrió con la sábana y le dio la espalda. Edgar se limpió y la abrazo por detrás besando su hombro. “Delia…”
Ella no se giró solo hizo un sonido. “HHmm”. Ya estaba algo adormilada y no tenía intención de seguir hablando con el hombre, su trabajo de hoy fue agotador y la cena muy cansada, tener que soportar a todos esos hombres que antes adoraban a su padre, que ahora idolatraban a su esposo la hacía sentir mucho asco.
Edgar volvió a besar su hombro varias veces tratando de suavizar lo que diría. “Tengo que hacer un viaje, serán siete días”.
Delia abrió los ojos escuchándolo en silencio sin moverse. Pensando para sus adentros. – Otro viaje-
Constanza se negó. “No, aquí vivimos tranquilos y puedo mantener a mis hermanos bien, en aquella ciudad era muy complicado vivir”. Gabriel quería convencerla. “Ven a vivir conmigo”. Constanza lo miro a los ojos. Gabriel repitió. “Ven a mi casa, vive conmigo, me haré responsable, buscaremos una escuela para Daniel y tu hermana”. Las lágrimas de Constanza corrían por sus mejillas. Deseaba tanto hacerlo, pero… ¿Cuál sería su relación? “Si lo que quiere es hacerse cargo del bebe está bien, hablemos, pero no creo que sea buena idea que nosotros vivamos en su casa… Seriamos una carga para usted”. Gabriel se acercó limpiando sus lágrimas. “Tonta…” Él sonrió. “No son una carga… no lo eres… Constanza”. Ella levantó la vista mirándolo. Gabriel le sonreía. “Te quiero Constanza”. Ella se quedó muda. Gabriel beso despacio sus labios y le susurro cerca de ellos. “Quiero que estes conmigo… casémonos”. Desde la ventana sus hermanos los espiaban, sonreían felices. Gabriel siguió hablando mie
Delia preguntó. “¿No sabes nada de ella?”. Hablaban de Constanza, Delia sabía que él sentía algo por la chica. Gabriel se entristeció. “No. Desde que su madre fue dada de alta, se mudaron y nadie sabe nada… Ramón me está ayudando a investigar dónde está”. Delia lo consoló. “Verás que pronto la encontrarás”. ………………… Pasó un mes más… Delia cuidaba de Edgar una tarde, la enfermera le había enseñado cómo hacerlo, Delia solo pedía ayuda al moverlo, pero casi todo lo hacía ella. Delia le daba un baño de esponja, recorría su piel, sus brazos y su cara mientras conversaba con él. “El bebe crece sano, es una niña, será hermosa, compraremos muchos vestidos lindos para ella…necesito que despiertes… te necesito aquí Edgar…” Algunos días después… En la habitación, se escuchaba la radio, Delia siempre podía música para Edgar, el empezó a mover los ojos, los abrió lentamente observando el techo blanco, giró un poco, no tenía mucha fuerza y observó alrededor, cerca estaba un ventanal donde hab
Paula lo miró desconfiada. “¿Por qué dices eso? Antes no me querías ni verme ¿Porque ahora?”. Miro a Delia. “¡A si! Es porque la voy a matar”. Edgar trago. “No, Delia no me quiere, me di cuenta de eso y ya me cansé de perseguirla…” Delia lloraba mirando a Edgar que poco a poco se acercaba a ellas. Edgar llegó hasta un metro. “Delia ya no significa más para mi…” Paula examinó su mirada y sus palabras. “¿Seguro?”. Edgar asintió cuando llegó su pecho hasta la pistola, él miraba fijamente a Paula. Paula apuntó a Delia. “!Díselo! ¡Díselo a ella!”. Delia sintió como su cabello era arrancado. “¡Ah!”. Edgar se quedó quieto mirando a Delia como sufría. “Delia… Yo ya no te quiero…” Paula sonrió al escuchar a Edgar, dejó caer a Delia al suelo y la miró diciendo. “¿Oíste? Ya no te quiere” Le apuntó a Delia para matarla, Edgar le habló despacio para detenerla. “Paula”. La mujer giró, pero seguía apuntando. Edgar trató de persuadirla. “Si la matas, no podremos estar juntos, la policía te
Paula salió de la casa limpiándose la sangre de la cara con la misma camisa, llevaba una pistola en las manos. “¡Estúpida, vas a pagar por esto!”. Camino al sendero observando el suelo, había algunas marcas de huellas. Edgar y Ramon iban juntos en la búsqueda, encontraron la vieja casa, Edgar miró tácitamente a Ramón quienes se acercaron sigilosamente, al llegar al auto, la puerta estaba abierta, Ramon encontró el teléfono en el asiento y se lo mostró a Edgar. Al verlo Edgar sintió opresión en su pecho al ver el gran agujero de bala. “Es de Delia”. Ramon tocó su hombro sacándolo del trance. “Sigamos”. Edgar asintió y siguieron a la casa, la puerta estaba abierta, Ramon revisaba todo mientras Edgar estaba de pie en el muro donde estaban las cadenas y algunos rastros de sangre… Gabriel buscaba entre los árboles, había por ahí cerca el lago, iba a acompañado de uno de los hombres de Edgar. “Señor, busquemos en el ara de los matorrales”. Gabriel asintió y giró encontrándose con una
Regresó con su hermano en silencio, cargo a la pequeña que ya dormía la llevó a su habitación y de la puerta él dijo a Gabriel. “Giovanna está dormida, nos tenemos que retirar…” Gabriel no contestó. Constanza salió con su hermano y vio por última vez la casa, llegó a la casa vecina y habló con la nana de Ray. “Hola.” La mujer mayor le sonrió. “Hola Constanza ¿Se van?”. Constanza asintió. “¿Recuerda lo que dijo el señor Ben sobre cuidar a Giovanna?”. La mujer asintió. Constanza le explicó. “Yo no podré cuidar más a la bebe, mi mama sigue en el hospital y necesito cuidarla”. La mujer, mayor asintió. “No te preocupes mañana iré yo”. Constanza le regaló una pequeña sonrisa triste y ambos pidieron un taxi, Daniel miraba a su hermana triste. “¿Por qué no volverás?”. Constanza se limpió las lágrimas. “Tenemos que cuidar de mamá ¿No recuerdas?”. Daniel asintió y se sentó en su lugar. Al día siguiente Gabriel despertó con jaqueca, se levantó directo a la cuna, la pequeña seguía durm
Paula hizo una mueca. “Siempre pensando en ella…”. Ella se sentó en la silla frente a Delia quien la miraba. Paula siguió. Siempre Delia, Delia, Delia. ¿Qué hay de mí? ¿Alguna vez viste por mí? Te amaba Edgar, estaba enamorada y ¿Qué hiciste? Solo me diste migajas”.Edgar se calmó tenía miedo de que la mujer intentara algo con Delia.Paula se burló golpeando los pies de Delia. “Siempre ella…” Volvió a golpear sus pies y dijo. “Siempre tú Delia”.Delia abrió mucho los ojos. La forma en que la miraba era aterradora. “Edgar intentó persuadir. “Paula, hablemos, estoy aquí para escucharte”.Paula le dijo. “Es muy tarde”. Y colgó el teléfono y lo tiró lejos, se levantó y Delia se quedó quieta mirándola.Paula la levantó y la abofeteó. “Todo es por tu culpa. Yo debía estar en tu lugar, yo debí estar con mi padre y debí casarme con Edgar, era mi vida”.Delia se cubrió como pudo la mejilla, corría sangre por su boca. Paula la tiró al piso y siguió reclamando. “Edgar nunca me tomó en cuenta, yo
Último capítulo