NARRADOR OMNISCIENTE
Electra despertó con un sobresalto. Ya no sentía el ardor en su pecho como antes, pero un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. El lugar donde se encontraba era frío, demasiado frío para ser real. El suelo era cristalino, reflejando el cielo violeta de Lunaria. Árboles plateados rodeaban el claro, y el aire estaba cristalizado con un olor dulce proveniente de las flores.
—Tranquila —murmuró James junto a ella, sujetándola por la cintura—. Ya cruzamos. Estás a salvo.
—¿Dónde…?
—Lunaria, en una aldea olvidada. Silvendell —dijo otra voz, una voz femenina con un tono tan afilado que parecía cortar el aire—. Tierra de los que han sido olvidados. Y tú, princesa de fuego, estás más cerca de la muerte que nunca.
Electra alzó la vista. Supuso que esa mujer era la elfa. Thalindra estaba allí, de pie sobre una raíz elevada, como una estatua inmóvil. Su vestido era una mezcla de sombras y escarcha, y su piel era pálida como el mármol. Sus ojos, sin embargo, eran lo que m