El zorro akira estaba en shock, lo que veían sus ojos era imposible de creer.
Irlina, la mujer que amaba convertida en un monstruo extraño. De su cuerpo salían extremidades que parecían alas esqueléticas, parecían las alas de un vampiro y de sus manos salian uñas demasiado largas deformadas, sus ojos estaban como rubíes de rojos.
—¿Entonces que dices, amor?— le preguntó en un tono seductor y provocativo. Nada usual en Irlina.
—¿Dónde esta ella? ¡Dímelo!— La cosa frente a él sonreía o aparentemente eso hacía.
Akira sin razonar atacó, el monstruo esquivó con facilidad. No dejaría que Gwyddyon intentara manipularlo, no la dejaría salirse con la suya.
—¿Cómo puedes atacarme, amor? Soy yo, Rosemary— le dijo sonriendo enviando una holeada de magia oscura. Akira desvió el ataque de volviéndolo a ella pero ahora triplicado en poder.
Pero la magia se deshizo antes de llegar a ella.—Voy hacer que salga s de su cuerpo y después voy a enviarte al infierno. — espetó con rabia.
El suelo ardía ba