Nadie en el grupo sabía que James era él dragón oscuro, Electra no sabía si decirlo o callarlo. Su corazón estaba adolorido, destrozado
Dio un paso.
Uno solo.
Y entonces él habló.
—¿Vas a detenerme?
Su voz no era la suya.
Era más grave. Más rasposa. Como si arrastrara siglos de dolor contenido.
Los demás se extrañaron por su distancia y forma de responderle a Electra. Él siempre estuvo a su lado, amandolaa, protegiéndola y ahora no quería ni acercarse a ella.
—No quiero hacerlo —respondió Electra, firme—. Pero si debo...
Él giró lentamente. Sus ojos —esos ojos que un día se cerraron junto a los suyos en un beso sellado por el destino— ahora ardían con una oscuridad insondable.
—¿Quién diablos eres?— pregunto Hugo tomando posición de ataque al ver la peligrosidad en el. Akira se interpuso en el camino de Hugo que iba a lanzarse a James. Akira lo había intuido antes cuando Kael, el espíritu del dragón, los atacó en el bosque pero James resultó muy astuto y supo engañarlos a todos.
—¿Qu