La guerra había terminado.
Las ruinas del santuario quedaron atrás, como el eco de una era que ya no volvería. La grieta entre mundos fue cerrada. La oscuridad que alguna vez amenazó con consumirlo todo… ahora era solo una sombra más entre los recuerdos.
Pero los sobrevivientes sabían algo que el resto del mundo ignoraba:
la paz no llega con un final, sino con una elección.
Y ellos la eligieron.
Electra no volvió a Ebrerton ni a Lunaria, a menos que fuera solicitada por Maya, o por Eidili en Ebrerton.
Su hogar era junto a James, su lobo sexy y atractivo.
Ahora caminaba junto a él, rumbo al territorio de su manada: Blood Moon.
Allí, entre montañas cubiertas de niebla y bosques antiguos, la esperaban no como una fénix, ni como una hija del fuego, sino como su Luna. La más poderosa de todas.
No fue fácil al principio. Las tradiciones, los ancianos, los secretos de esa tierra nueva. Pero Electra no temía los cambios. Había nacido para atravesarlos.
James la presentó como su compañera e