La luz que manaba del corazón de la tierra no era solo magia antigua: era una advertencia.
—El sello… está respondiendo a Hanna —susurró James, sintiendo que su propia energía oscilaba como un hilo a punto de romperse.— Hay que localizarla, antes de que sea tarde.
Electra lo tomó de la mano, con fuerza.
—Entonces iremos a ella. Juntos.
El único estaba cerca era Akira que batallaba contra un grupo de criaturas deformadas, tenía en su pecho una extraña sensación. Sentía tan cerca la presencia de Irlina que pensó que tal vez algún hechizo lo había alcanzado.
—¡Akira!— lo llamo con urgencia Electra, ayudando a combatir a los enemigos que lo rodeaban—Tenemos un problema.
—Lo sé. — y de un golpe con su espada terminó con los enemigos cerca.— La energía cambió y además todos estamos dispersos. Es lo que esa maldita bruja quiere.
—Entonces, no le demos ese gusto. Vamos a reunirnos y a buscar a Hanna. — akira asintió y al percatarse de la presencia de James le apuntó con la espada al cuello.