Dejaron atrás las calles empedradas de Puerto Coral cuando el sol ya era una bola de fuego anaranjada en el horizonte. El viaje de vuelta a la ciudad fue muy diferente al de ida. La energía eufórica y el volumen alto de la música habían sido reemplazados por una atmósfera de tranquila complicidad. Jared puso una playlist diferente, una selección de rock latino más suave y melódico que servía como una banda sonora perfecta para sus pensamientos.
Conducían en largos trechos de silencio, pero no era un silencio vacío. Era un silencio lleno. Isabel miraba por la ventanilla las luces que empezaban a encenderse, pero su mente estaba repasando el fin de semana. El beso. La cena. La conversación sobre sus pasados. La noche en sus brazos. De vez en cuando, miraba de reojo a Jared y lo veía concentrado en la carretera, pero con una pequeña y serena sonrisa en los labios. Sabía que él también estaba meditando, procesando las decisiones que habían tomado, la velocidad con la que todo había cambiad