EPÍLOGO: Nuestra Casa

Un año después.

La luz del atardecer se derramaba sobre la colina, una miel dorada que bañaba la terraza de la villa moderna que ahora era su hogar. El aire olía a lavanda, a césped recién cortado y a la promesa de una noche tranquila. Desde allí arriba, la ciudad se extendía a sus pies, un tapiz de luces que comenzaba a parpadear, ya no como un campo de batalla, sino como un reino en paz.

Isabel estaba recostada en un cómodo sofá de exterior, con las piernas sobre el regazo de Jared y un libro abierto que no estaba leyendo. Llevaba unos sencillos pantalones de lino y una camiseta suave, descalza. Él, con una copa de vino en la mano, le acariciaba distraídamente el tobillo con el pulgar, su mirada perdida en el horizonte.

La paz era real. Ya no era una tregua precaria entre guerras, sino un estado del ser. Se había instalado en los cimientos de la casa y en el ritmo de sus corazones. Se manifestaba en los pequeños detalles de la vida que habían construido juntos. En el
Faye

Y así, llegamos a casa. 🏡❤️ Con este epílogo, el viaje de Isabel y Jared llega a su fin. Hemos recorrido un largo camino con ellos: desde un chapuzón accidental hasta encontrar la paz en medio del vértigo. Quiero darles las GRACIAS, con mayúsculas, a todos y cada uno de ustedes por haber sido parte de esta aventura. "El Vértigo de tus Ojos" ha sido mi sueño, y ustedes lo han convertido en una realidad compartida. Espero que se queden con la misma sensación que yo: la de que el amor verdadero no es huir de las tormentas, sino encontrar a alguien con quien aprender a bailar bajo la lluvia. Con todo mi cariño y una gratitud infinita, Faye.

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