Isabel lo miró, plenamente consciente de sus vaqueros y su camiseta. Por un instante, la inseguridad asomó. Él pareció leerle el pensamiento.
—Con ese look, eres la mujer más espectacular de la ciudad —dijo con una sonrisa sincera que barrió cualquier duda—. Pero tienes razón, no estamos para un sitio estirado. Para celebrar nuestro "nuevo acuerdo", necesitamos algo con energía. Conozco un mercado gastronómico a unas pocas calles. Comida increíble, cero formalidades y mucho ruido para que nadie escuche nuestros secretos. ¿Vamos?
La idea la entusiasmó al instante. —Vamos —respondió ella, su sonrisa ahora tan brillante como la de él.
Salieron de la imponente torre de oficinas y se sumergieron en el pulso del mediodía de la ciudad. El contraste era embriagador. Dejaron atrás el silencio y el poder del despacho de Jared para entrar en el caos vibrante de la calle.
El mercado era un hangar industrial reconvertido, un espacio bullicioso y lleno de vida. El aire olía a una mezcla deliciosa d