CLARIS:
El beso que compartimos, cargado de urgencia y deseo, pareció desafiar el tiempo y el espacio. Fue un refugio en medio de un mundo incierto, un susurro silente en medio del estruendo de nuestras agitadas emociones. Kieran, en un gesto casi desesperado, profundizó nuestro abrazo, como si aquel contacto fuera el único antídoto para nuestros miedos compartidos. El latido de su corazón resonaba con fuerza contra mi pecho, acoplándose con el mío en una melodía que solo nosotros entendíamos.
—No puedo por ahora tenerte a mi lado, Claris —afirmó, con voz gruesa—. Si el destino lo quiere, volveremos a estar juntos.El calor de su cuerpo y el olor embriagador de su piel eran como un bálsamo que calmaba mis miedos más profundos. Pero sus palabras abrían un profundo vacío en mi interior. Jamás le había rogado a ningún hombre y aqu&iacKIERAN:La seguí a la habitación, intrigado. La historia que me había contado era realmente difícil de creer. Pero al menos tenía el permiso de investigarla; eso podría ser un arma de doble filo. Estaba convencido de que esta humana y sus hermanas estaban siendo utilizadas por alguien muy poderoso. Había dejado de buscar a mi Luna porque la había encontrado a ella. Quizás ese era el objetivo de mi enemigo. —Atka, ¿qué opinas de todo esto? —pregunté a mi lobo mientras veía a Claris quitarse la ropa; era realmente bella. —Lo es, igual que nuestra Luna —contestó Atka, ronroneando ante la desnudez de la humana—. Pero creo que debemos comenzar a buscar de nuevo a nuestra verdadera Luna. Alguien nos tiene entretenidos con la humana para acabar con nosotros. —Estoy de acuerdo —dije, reflexionando sobre todo lo
KIERAN:El aire olía a azufre y putrefacción. Claris, ajena a lo que sucedía, arqueó la espalda bajo mis manos, moviéndose debajo de mí con ansias locas, exigiendo más. Pero yo me detuve. Tenía que aguantar y no dejar que sucediera lo que temíamos. Ella me tomó el rostro, obligándome a mirarla. Lo hice, tratando de entender si sabía del espectro. —No me mires así —murmuró, clavándome sus uñas en los hombros—. Como si quisieras devorarme y huir al mismo tiempo. Atka rugió dentro de mí, exigiendo control. El sonido retumbó en mi pecho, sin importarle que Claris lo escuchara, mientras el espectro se acercaba a nosotros. —Cuidado, Kieran —casi me arrebata el dominio—. Claris... creo que no es humana. Y si lo es, está poseída por algo. Pero s
SARAH:No podía creer que lo hubiera logrado. El gran Alfa me había pedido que regresara a su casa, y eso era un gran triunfo para mí. Los rumores que había esparcido durante tanto tiempo entre los miembros de la manada ahora se comprobarían como verdad. Sería la Luna del alfa más poderoso de la historia. No me importaba que él tuviera a esa humana como capricho; ellos viven un tiempo insignificante comparado con el nuestro. Lo dejaría divertirse como siempre. Volvería a ser su mano derecha, su confidente, y un día él sería mío.Al llegar a la casa en medio de la reserva de la ciudad, me detuve un momento para contemplar su regia fachada, digna de su amo. La habían construido cuando los humanos aún no se habían apropiado de todo a su alrededor, quedando aislada como un punto verde en medio de un mar de acero y cemento. Entré con mi mal
KIERAN:Después de dejar a las tres humanas con los brujos, nos dirigimos a donde estaban los niños que habíamos rescatado del orfanato en medio de la selva australiana. La niña llamada Liza, a la que siempre Clara mandaba a callar, parecía ser la que podía darnos respuestas. Al llegar a la cueva, donde todos estaban dormidos por la hora de la noche, la vimos sentada en una piedra con tres niños.Al acercarnos más, pude darme cuenta de que dos de ellos eran gemelos y el tercero, menor, se les parecía mucho. Eran los tres que se habían convertido en cachorros de lobo y que personalmente había sellado a sus humanos para que permanecieran siendo lobos.—¿Cómo hicieron eso? ¿No les sellaste a los humanos para que fueran cachorros de lobo? —preguntó asombrado mi Beta. Nunca antes alguien había logrado romper mi sello—. Mi Alfa, cad
KIERAN:Me quedé helado, sintiendo como si el mundo entero se detuviera. Las palabras del pequeño resonaban en mi cabeza como un eco interminable. ¿Papá? ¿Mamá? Mi mente comenzó a trabajar frenéticamente, intentando contener la alegría que Atka y yo sentíamos ante la posibilidad de que en verdad fueran ellos.—¿Quién les dijo que yo era su padre? —logré preguntar—. ¿Y quién es su madre si yo no tengo Luna?—La humana de ojos verdes es tu Luna, papá —respondió el otro gemelo, acercándose también sin contestar a mi pregunta—. La que siempre está triste cuando nos mira. La humana Claris. Nosotros no estamos marcados, no dejamos que nos marcara.Y mostraron sus pechos limpios de cualquier marca. Fenris dio un paso atrás, tan impactado como yo. La forma en que me miraban ahora los
EL GAMMA RAFE:Una sombra caminaba por el límite de la reserva en la ciudad y no se dio cuenta de que yo la observaba detrás de un árbol, escuchando y viendo todo lo que hacía y decía. Otras sombras la seguían en silencio, cubiertas con ropas negras. Cada vez que intentaban infiltrarse en nuestra reserva, eran rechazadas por una energía que no lograban ver.—¿Estás segura de que aquí es donde se escondió el alfa con su manada y los demonios? —preguntó con voz hueca.Ellas asintieron, retrocediendo un paso asustadas ante los ojos brillantes de la bruja, quien las observaba. Luego extendió la mano, pero chocó contra algo invisible. Y no solo eso; si intentaba entrar a la fuerza, alarmas humanas comenzaban a sonar.—¿Y están seguras de que vieron el helicóptero que traía al alfa de los lobos del norte y sus hijos? —v
KIERAN:Avancé directo hacia mi casa principal, pero me detuve al recordar que la traidora Sarah estaba en ella; no quería tener que ver con ella. Además, tampoco quería introducir a los cachorros en mi lugar. Giré rumbo a la casa blanca de los invitados, donde había tenido a la humana. Al entrar, los cachorros corrieron hacia la habitación buscándola, pero regresaron al encontrar la cama vacía. De vuelta, me encontraron sentado en el sofá, con mi beta y mi gamma frente a mí.—Fenris, esperemos hasta mañana para saber qué descubren los brujos sobre las marcas que tienen las humanas en su pecho. Pero llama a los investigadores humanos y haz que averigüen todo sobre la vida de ellas desde que nacieron —dije, sintiéndome muy cansado—. También que busquen a una madre soltera que se llama Elena, con dos niñas pequeñas gemelas, rubias; u
KIERAN: La mañana llegó sin que hubiera pegado un ojo. Había dejado a Fenris cuidando a los niños mientras me dirigía a mi casa principal, en el centro de la reserva. Entré en el despacho y busqué en mi cuarto secreto el libro de mis padres: *Memorias de los Alfas*. Cuando iba a regresar, vi a mi nana esperándome fuera de la puerta. —Nana, ¿qué haces ahí? —pregunté, asombrado. —¿Piensas no comer hoy también? —espetó, muy seria—. ¿Y por qué metiste a esa bruja aquí de nuevo? —Nana, vendré en un momento a comer con todos —dije con una sonrisa—. En cuanto a Sarah, no la pierdas de vista y no la dejes entrar en mi despacho ni subir a la segunda planta. La anciana se quedó mirándome fijamente, como si mis palabras no fueran suficientes