KIERAN:
La mañana llegó sin que hubiera pegado un ojo. Había dejado a Fenris cuidando a los niños mientras me dirigía a mi casa principal, en el centro de la reserva. Entré en el despacho y busqué en mi cuarto secreto el libro de mis padres: *Memorias de los Alfas*. Cuando iba a regresar, vi a mi nana esperándome fuera de la puerta.
—Nana, ¿qué haces ahí? —pregunté, asombrado. —¿Piensas no comer hoy también? —espetó, muy seria—. ¿Y por qué metiste a esa bruja aquí de nuevo? —Nana, vendré en un momento a comer con todos —dije con una sonrisa—. En cuanto a Sarah, no la pierdas de vista y no la dejes entrar en mi despacho ni subir a la segunda planta. La anciana se quedó mirándome fijamente, como si mis palabras no fueran suficientes