GAEL:
Sentí un dolor en el pecho al llegar a la casa del Alfa. Sabía que estaban castigando a mi pareja destinada: Sarah. ¿Qué habría hecho esta vez? ¿Por qué no me escuchaba? ¿Qué la hacía no rechazarme si no me quería? Llegué justo a tiempo para verla tirada en el suelo, ensangrentada, mientras la expulsaban de la casa del Alfa. Corrí a su lado, pero ella me gruñó con odio y se lanzó a atacarme. Sin embargo, Atka fue más rápido y la atrapó nuevamente por el cuello.
—¡Suéltala, Atka! La vas a matar —grité, asustado. Aunque no me quería, era mi pareja destinada.—¡Aléjate de mí, omega inútil! —gritó, mostrando sus colmillos de manera amenazante—. ¡No somos nada! ¡NADA!Sus palabras me atravesaron como dagas, pero ya estaba