KIERAN:
Antes de que pudiera responder, la nana se llevó a los tres niños escaleras arriba. No podía entender lo que eso significaba. Atka, al fin, se había quedado callado, pensativo como yo. Caminé despacio hacia el despacho, viendo cómo mi Beta entraba con una expresión que me lo decía todo. Suspiré al comprenderlo; me sentía igual. La humana que hicieron pasar por Claris me gustaba; aun cuando dejé de ver a mi Luna en ella, seguía gustándome.
—¿Se quedaron bien? —pregunté enseguida—. ¿Recordaron algo más? —No sé, ellas no hablaron mucho —contestó Fenris, y no pregunté más. En el despacho nos esperaban los brujos y mi gamma Rafe. —Bueno, señores, iniciemos —dije mientras me sentaba detrás de mi buró—. Díganme todKIERAN:Marcus tragó saliva, acariciando el borde de su túnica manchada de cera y hierbas secas. Los ojos amarillentos del brujo se perdieron por un instante en el vacío, como tratando de recordar todo. —No lo creo, mi Alfa —contestó Marcus después de que Rafe y Fenris salieron corriendo a cumplir mi orden—. La mayoría de los "vessels" no tienen idea de lo que son. No sienten ninguna diferencia con los humanos comunes. Pero quienes los buscan saben exactamente lo que son y cómo usarlos. Lo miré muy serio mientras pensaba en todo lo que había descubierto en estos días. El crujido de la madera bajo mi escritorio se escuchó cuando apreté los puños con frustración. —¿Qué tan compatible dices que es su energía con la mía? —pregunté finalmente, rompiendo el silencio. El brujo Marcus evitó mi mirada, pero lo suficiente como para que yo supiera que esa pregunta era más difícil de responder de lo que quería admitir. —No estoy s
SARAH:Podía sentir que algo importante estaba ocurriendo a mi alrededor, pero no podía definir qué era. Me asombró ver aparecer al Beta y al Gamma con las humanas, y me enfureció ver cómo se dirigían a la segunda planta, que estaba vedada para mí. Después de observar cómo las dejaban en las habitaciones al final del pasillo, subí en silencio convertida en loba, tratando de escuchar qué era lo que el Alfa quería que el brujo Marcus lo ayudara a resolver en su habitación.Me acurruqué contra el suelo, rogando para que los ojos de la loba de la nana no me descubrieran frente a la puerta de la habitación del Alfa, mientras aguzaba mi oído para escuchar: —¿Crees que puedan comunicarse con nosotros de alguna manera más clara? —preguntó el Alfa—. ¿Algo que puedan decirnos sobre por qué est&
GAEL:Sentí un dolor en el pecho al llegar a la casa del Alfa. Sabía que estaban castigando a mi pareja destinada: Sarah. ¿Qué habría hecho esta vez? ¿Por qué no me escuchaba? ¿Qué la hacía no rechazarme si no me quería? Llegué justo a tiempo para verla tirada en el suelo, ensangrentada, mientras la expulsaban de la casa del Alfa. Corrí a su lado, pero ella me gruñó con odio y se lanzó a atacarme. Sin embargo, Atka fue más rápido y la atrapó nuevamente por el cuello.—¡Suéltala, Atka! La vas a matar —grité, asustado. Aunque no me quería, era mi pareja destinada.—¡Aléjate de mí, omega inútil! —gritó, mostrando sus colmillos de manera amenazante—. ¡No somos nada! ¡NADA!Sus palabras me atravesaron como dagas, pero ya estaba
ALFA KIERAN THERON:El olor me golpeó como una descarga eléctrica, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi piel se erizó al reconocerlo: era mi propia esencia, pero más dulce, más intensa, entrelazada con algo más que no podía identificar. Imposible. Esto solo ocurría cuando... ¡No! Después de cientos de años esperando, ¿por qué ahora? Mis músculos se tensaron por instinto y, antes de poder procesarlo conscientemente, ya estaba corriendo. El aroma me guió más allá de los límites de la manada, hacia una vieja casa de piedra y madera en las afueras del pueblo. El edificio, rodeado de pinos centenarios, había sido ocupado recientemente por tres humanas. Podía oler sus esencias entremezcladas con el aroma a pintura fresca y cajas de cartón. Mi lobo Atka se agitaba en mi interior, desesperado por irrumpir en la casa, pero tres siglos de control me mantuvieron anclado al suelo. No podía simplemente entrar y asustar a los humanos. ¿Cómo era posible que mi esencia estuviera allí?
CLARIS: Las náuseas me asaltaron de nuevo mientras organizaba los documentos en mi escritorio. Era la tercera vez en la mañana y ya no podía disimular. Corrí hacia el baño, sintiendo la penetrante mirada de mi jefe siguiendo cada uno de mis movimientos. Al pasar junto a él, pude ver cómo arrugaba su nariz con ese gesto de disgusto que tanto lo caracterizaba.Después de tres meses trabajando en este pueblo perdido, conocía bien esa expresión. El señor Kieran Thorne, un hombre huraño de rutinas y cualquier alteración lo perturbaba visiblemente.—Necesito salir temprano hoy —anuncié cuando regresé, limpiándome discretamente el sudor de mi frente—. Tengo una cita médica. Él apenas levantó la vista de sus papeles, pero pude notar cómo sus hombros se tensaban. Después de un silencio que pareció eterno, asintió secamente. Caminé presurosa mirando mi reloj con miedo de demorarme demasiado. Mientras esperaba, suspiré pensando en que no era tiempo para enfermarme ahora. Mi madre y mi pobre h
KIERAN THORNE:Observé cómo mi asistente tomaba sus cosas y se alejaba rumbo a su vieja camioneta. La contemplé desde mi ventana, admirando su extraordinaria belleza y el aura de vitalidad que emanaba. Mi lobo Atka gruñía en mi interior, todavía sin querer aceptar que esa humana hubiera rechazado nuestro ofrecimiento de llevarla a su casa. Soy el Alfa, nadie me rechaza jamás. Pero había algo en ella que me inquietaba. Mientras su destartalado vehículo se alejaba, hice una nota mental: debía proporcionarle un auto mejor y más seguro.El sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos. Me giré después de dar una última mirada a la camioneta que desaparecía en la distancia.—Mi Alfa, tu primo Gael está afuera, bastante alterado —informó Fenris, mi Beta, con expresión preocupada—. Me pidió estar presente en lo que describe como una reunión de la más alta importancia y confidencialidad. ¿Tienes idea de qué se trata?—Hazlo pasar y cierra la puerta —respondí, dejándome caer en el sillón tr
CLARIS:Salí de la oficina casi corriendo, no sé. Había algo en la mirada de mi jefe que me hizo temer. Ahora entendía porque nadie quería trabajar con él y como muchas mujeres antes de mí habían renunciado a ese puesto. Kieran Thorne era, sin duda, un hombre extraordinariamente atractivo, el tipo de ejemplar que raramente se encuentra en la vida. Alto, probablemente rozando el metro noventa, con un físico que parecía esculpido por los dioses: hombros anchos, cintura estrecha y músculos definidos que se marcaban incluso bajo sus impecables trajes de diseñador. Su rostro lo enmarcaba una mandíbula fuerte y definida, labios carnosos que rara vez sonreían, y una nariz recta que le daba un aire aristocrático. El cabello negro que llebaba siempre perfectamente peinado hacia atrás, dejaba al descubierto una frente amplia y unas cejas expresivas que acentuaban la intensidad de su mirada. Pero eran sus ojos los que verdaderamente me perturbaban. De un gris acerado que parecía cambiar de to
KIERAN:Me había quedado en mi despacho después de que mi Beta y mi primo se retiraran sin que hubiéramos llegado a un acuerdo. La voz de mi lobo Atka me sacó de mis enmarañados pensamientos cuando intentaba encontrar una solución.—Kieran, creo que nuestra humana tiene problemas —me sorprendió escucharle referirse así a ella.—¿Nuestra? Atka, sé que quizás llegue a ser la madre subrogada de nuestros cachorros, pero eso no la hace nuestra —aclaré mientras me ponía de pie. A pesar de no tener ningún vínculo establecido con Claris, podía sentir su miedo con una intensidad desconcertante. —Vamos a ver qué le sucede, y sobre todo, averigüemos de quién es ese aullido que estoy escuchando.Salí del edificio con paso firme, ignorando las miradas curiosas de mis empleados. El aroma del miedo de Claris era cada vez más fuerte, mezclado con algo más... La preocupación se instaló en mi pecho mientras aceleraba el paso hacia mi automóvil.—Es débil, está asustada y necesita protección —insistió A