SARAH:
No podía creer que lo hubiera logrado. El gran Alfa me había pedido que regresara a su casa, y eso era un gran triunfo para mí. Los rumores que había esparcido durante tanto tiempo entre los miembros de la manada ahora se comprobarían como verdad. Sería la Luna del alfa más poderoso de la historia. No me importaba que él tuviera a esa humana como capricho; ellos viven un tiempo insignificante comparado con el nuestro. Lo dejaría divertirse como siempre. Volvería a ser su mano derecha, su confidente, y un día él sería mío.
Al llegar a la casa en medio de la reserva de la ciudad, me detuve un momento para contemplar su regia fachada, digna de su amo. La habían construido cuando los humanos aún no se habían apropiado de todo a su alrededor, quedando aislada como un punto verde en medio de un mar de acero y cemento. Entré con mi mal