CLARIS:
El sacudido de la transformación me despertó. Sentí cómo mi cuerpo recuperaba el control, pero aquella energía vibrante que me proporcionaba Lúmina había desaparecido. Era como regresar al tiempo en que no sabía que era una loba, cuando solo me consideraba humana. Al abrir los ojos, lo primero que escuché fueron los sollozos de mis gemelos, sus voces desesperadas pidiendo atención: tenían hambre.
—Mamá, tenemos hambre, queremos comer —lloraban mientras me jalaban hacia la cocina. —¿No los alimentaron sus nanas? —pregunté con sorpresa, mientras mis ojos recorrían el entorno. Intenté comprender la situación; algo no estaba bien. Todo parecía extrañamente desprovisto de vida, el bullicio habitual de la gran casa del Alfa había sido reemplazado por un silencio qu