CLARIS:
La luna llena reinaba en el cielo, brillante y serena, como si la misma Diosa la hubiese colocado allí para bendecir la noche más importante de nuestras vidas. Los vientos del bosque susurraban con suavidad alrededor del altar de piedra que se alzaba en medio del círculo sagrado; un lugar que generaciones de alfas habían consagrado como el núcleo espiritual de la manada. Hoy, ese altar sería el testigo de algo más que un rito. Hoy sería el inicio de un nuevo capítulo.
Mi corazón palpitaba con fuerza, por la emoción que cargaba el momento. Sentí la mirada protectora de Kieran sobre mí, su energía envolvente a pesar de que estábamos a metros de distancia. Él, imponente en su forma humana, ya esperaba en el centro del círculo, vestido con prendas simples, pero que llevaban la fuerza de un alfa. Cada miembro de