Capítulo 45 – Herencia de Fuego.
POV Martina
La mansión Montero estaba distinta. El aire, pesado y silencioso, parecía cargado de memorias. Las flores del jardín se habían marchitado, y el olor a cera y flores muertas seguía colándose desde el vestíbulo, donde todavía permanecían las coronas del funeral.
A veces pensaba que si cerraba los ojos lo vería entrar, con su andar seguro, con esa sonrisa medio irónica que siempre me tranquilizaba. Pero no. Ya no quedaba nada. Ni su voz, ni su olor, ni sus manos. Solo las cenizas en una urna que Graciela había mandado grabar con su nombre.
Santiago Montero. Amado esposo, padre y protector.
El hombre que dio su vida por salvarnos.
Gabriela dormía en su cuna, con una paz que me dolía mirar. Gabriel, por su parte, se aferraba a mí cada noche como si temiera que desapareciera también. No hablaba, pero sus ojos lo decían todo. Sentía mi pena. Sentía mi culpa. Sentía que, por más que lo intentara, nada volvería a ser igual.
No había pasado un solo día sin revivirlo todo. Las llamad