POV Martina
Gabriel y Gabriela…Solo pronunciar sus nombres me llenaba de una ternura imposible de explicar.
Verlos dormir era como contemplar el milagro del universo en miniatura; escuchar sus llantos, un recordatorio de que estaban vivos, de que habíamos sobrevivido. Cada respiración suya me curaba un poco más del miedo. Y sin embargo, junto con el amor llegó también el agotamiento. Las noches eran largas, los días demasiado cortos. A veces sentía que el tiempo se disolvía entre pañales, llantos, y la culpa de no saber si lo estaba haciendo bien.
Una mañana, mientras terminaba de alimentar a Gabriela, Santiago entró en la habitación con una sonrisa que me hizo levantar la mirada. No era su sonrisa habitual de ternura, sino una mezcla de alivio y expectación.
—Tengo una propuesta que te encantará, mi amor —dijo, acercándose para acariciarme la frente—. He contratado a una enfermera muy reconocida. Tiene excelentes referencias. Te ayudará con los mellizos para que puedas descansar y… r