C51: Si no deseas que te toque, aléjame.
Azucena permaneció estática, incapaz de comprender del todo lo que acababa de escuchar, con el corazón latiendo con fuerza y la mirada en el rostro de Askeladd, que se inclinaba sobre ella con una serenidad desconcertante.
—¿De... de qué está hablando, mi señor? —preguntó.
Askeladd, sin apartar los ojos de ella, deslizó lentamente su mano sobre el delicado contorno de su hombro. Sus dedos avanzaron con calma por la línea de su brazo, acariciándola con suavidad. Ante este contacto, Azucena dio un leve respingo, pero no porque le disgustara, sino porque cualquier contacto por parte de Askeladd siempre la superaba.
—Te hablo de lo siguiente —se dispuso a esclarecer—. Si no disfrutas de que mis manos te toquen, si la cercanía de mi cuerpo te incomoda, si no deseas que cruce ningún límite contigo… entonces apártame. Aléjame de inmediato. Dímelo sin reservas. Exprésame lo que no toleras, lo que no deseas, lo que realmente sientes. Hazlo sin miedo alguno, porque tienes absoluta libertad par