C50: Hagamos un trato.
Askeladd, en el fondo de su mente, se encontraba con una inquietud que lo carcomía lentamente. Quería descifrar lo que aquella Loba Roja ocultaba en sus pensamientos, porque había algo en su silencio y en la manera en que lo observaba que despertaba en él una necesidad de comprenderla. No era común que alguien como ella lo pusiera en duda, y eso despertaba en su interior un interés diferente al que solía sentir por otras hembras.
Él estaba convencido de algo: nunca había tenido la necesidad de forzar a ninguna hembra a permanecer a su lado, ni mucho menos de someterlas para obtener su compañía. Siempre habían sido ellas quienes se acercaban por voluntad propia, atraídas por lo que él representaba, por lo que irradiaba. Se aproximaban con deseos que no dudaban en confesar en voz alta, buscando algo en aquel Rey Alfa que dominaba con autoridad indiscutible.
Porque, en definitiva, Askeladd era el soberano, el líder de su especie, y con esa posición cargaba un magnetismo que inevitablemen