C126: Es el símbolo de que soy suya.

—Azucena, no es tu responsabilidad salvar a los elfos ni a otros reinos —dijo Askeladd con firmeza, sin elevar la voz, pero dejando claro que su postura era inamovible—. Todos los reinos tienen problemas, y cada quien lucha por sí mismo para salir adelante. Los elfos tienen a su rey, y es él quien debe velar por ellos, no tú.

Azucena tragó saliva y su mirada se deslizó hacia el suelo antes de volver a él con inseguridad. Había un brillo de súplica en sus ojos, como si todavía esperara arrancarle un resquicio de compasión.

—Pero… si pudiera hacerlo usted en mi lugar, ya que yo no puedo... ellos estarían muy agradecidos con usted, se lo agradecerían toda la vida. Tal vez hasta serían capaces de hacer lo que usted les pidiera.

—Yo no quiero eso —replicó Askeladd—. No busco que los elfos me obedezcan, ni me interesa someterlos a deudas. Somos aliados, pero no los necesito para esta guerra.

Azucena dio un paso inseguro hacia él, como si las palabras pudieran tocarlo mejor si la distancia s
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