El señor Leonard me observa por unos momentos, luego fija la mirada en la carretera antes de pasar a explicarme.
—Para que Gloria haga ahora mismo una entrevista donde cuente que somos pareja y tenemos un hijo —me quedo sin habla, sintiendo cómo mi corazón late acelerado—. Mándale, además, fotos tuyas con Alan para que haga un montaje conmigo. Dile la historia del padre imaginario. No protesto; tiene razón. Tenemos que manejar esto con inteligencia o destruiremos no solo nuestras vidas, sino la empresa. Y, sobre todo, mi abuela se sentiría decepcionada si se entera de que le he mentido en algo tan serio. —Ya le mandé todo a David —suspiro y sigo—. La historia de su papá que le conté es que hacía películas y que por eso tenía que viajar mucho. Ahora que lo pienso, y mirándolo a usted de cerca, creo que fue a usted a quien describí el día que él me preguntó cómo era su papá. —¿En serio? —pregunta Leonard sonriendo. Lo observo