Leonard me pregunta, ansioso por saber cómo es Alan en persona. La foto que le envié es de cuando era más pequeño. La directora abre la puerta y llama al niño, que sale corriendo directo a los brazos de Leonard, quien lo levanta, lo abraza y lo besa feliz.
—¡Papá, papá, viniste, viniste! —grita Alan, aferrado al cuello de Leonard, que lo abraza feliz también.Mi jefe no sabía cómo iba a reaccionar, ya que solo se había relacionado con sus sobrinas, pero al tener a Alan en sus brazos y oírlo llamarlo "papá", Leonard se llena de una inefable felicidad; es algo que me asombra. Tal parece que fuera en verdad su padre.—Sí, hijo. Vine, ya vine, hijo. Ya estoy aquí para siempre, jamás volveré a marcharme —le responde, mientras yo lo miro desde un costado, sin saber cómo reaccionar ante la inmensa alegría de mi hij