Cerré los ojos por un segundo y exhalé, intentando procesar lo que acababa de escuchar. Lo sabía, en el fondo. Pero ponerle nombre a mi problema hacía que todo se sintiera más real y complicado.
—Tu cuerpo, Leonard, desea a esta mujer, pero tu mente no. Estás en conflicto —dijo, continuando ante mi mirada inquisitiva—. Desde que te conozco, tu ideal de mujer han sido las rubias estilizadas de ojos verdes o azules, ¿me equivoco? —No, no te equivocas. Y lo siguen siendo —aseguré, abriendo los ojos para mirarlo, confundido—. Por eso no entiendo por qué me pasa esto con ella, que es todo lo contrario. No tiene nada que ver con la mujer ideal que tengo en mente. Sin embargo, es la única que hace reaccionar mi cuerpo. ¡No lo entiendo! ¡Nunca me ha mirado provocativamente como las otras! ¡Jamás, desde que la conozco, me ha sonreíd