En la residencia de los del Castillo, todos estamos ansiosos esperando a la comitiva que viene del aeropuerto. Una ambulancia los acompaña. He estado todo el tiempo sin despegarme de la computadora, siguiendo a la comitiva. Intercepté a varios hombres del Gringo que intentaron causar problemas y los eliminé. Había contratado, con la ayuda de Enrico y Susan, a unos excelentes guardias que, escondidos, protegieron a mi hermano y su familia, trayéndolos de regreso a casa. Respiro aliviado cuando veo cómo el portón principal se abre y entran todos. Los escaneo y reviso las historias de los camilleros. Al ver que todo está bien, dejo todo y subo corriendo a esperarlos junto a los demás en la entrada de la casa.
La abuela de Clío está realmente ansiosa; tiene de la mano a mi sobrino Alan, de pie. Al fin, la comitiva se detiene y vemos cómo descienden una camilla, y nos adelantamos lo más