272. CIRSCUNTANCIAS ENCONTRADAS
Lo miré por un instante, intentando medir la profundidad de su pregunta. Rodrigo no solía indagar de manera tan directa, y menos sobre alguien que sabía perfectamente cómo dejar un rastro suficiente para ser temido, pero jamás descubierto.
—No lo conocí personalmente, pero hablé con él una vez, por teléfono —le respondí con cautela, observando cómo sus cejas se arqueaban ligeramente ante mi confesión.
—Más de lo que quisiera —respondí con cautela—. Así que no te metas con él.
Susurré, recordando aquella conversación que aún daba vueltas en mi cabeza. La voz de Gian era calmada, pausada, pero cargada de una autoridad absoluta. No dejaba espacio para preguntas ni dudas. Cada palabra parecía formar parte de un plan perfectamente estructurado. Me había advertido que dejara a los Castillos en paz, pero no entendí por qué lo hacía.
En mi investigación, no había encontrado nada que lo relacionara con esa familia, por lo que no entendía por qué se interesaba en ellos. Todavía me estre