259. ENFRENTAMIENTO DE ENEMIGOS
Me encontraba en un club en Tokio, donde celebraba una reunión en el despacho con otro que había citado, ambos con nuestros respectivos guardaespaldas mirándonos desafiantes y desconfiados.
—¿A qué has venido? —pregunté con recelo y desprecio.
—Veo que andas detrás de la que dices es tu hija —dijo sin preámbulos.
—Es mía y lo sabes muy bien —digo, dando una chupada a mi tabaco sin dejar de observarlo.
Hemos sido enemigos por demasiado tiempo, y sé que no se puede confiar en una persona como él. Las luces del club parpadeaban de manera intermitente, reflejando la tensión en nuestros rostros. El silencio entre nosotros era como el filo de un cuchillo que amenazaba con cortar cualquier intento de cordialidad.
—¿Todavía sigues con eso? —me soltó de pronto con una risa burlona, mientras dejaba su copa sobre la mesa de forma calculada, como si supiera que su pregunta era pura provocación. —¿Es que acaso no ves cómo se parece a su padre?
Le di otra chupada al tabaco y exhalé lent