233. NO SIEMPRE TODO ES LO QUE PARECE
Bajamos por un largo pasadizo que se adentra en la tierra, bajo la casa. David y yo, a medida que avanzamos, vamos abriendo diferentes puertas que requieren claves muy sofisticadas. Susan, Enrico y Martín nos siguen, realmente sorprendidos. Una seguridad como esa solo la han visto en las grandes instalaciones de organizaciones secretas. No dicen nada; nos siguen en silencio hasta que llegamos a una sala llena de pantallas y computadoras.
Me giro hacia mi suegro Martín y empiezo a explicarle, mientras los tres agentes me miran con evidente interrogante. Miro a mi hermano David y este asiente levemente con la cabeza.
—Suegro, ustedes saben que nuestro padre era un gran ingeniero. Yo estudié con mi papá todo el sistema de la casa. Él se encargó de enseñarnos personalmente, desde que éramos muy pequeños, a David y a mí —abro otra puerta—. Vengan, esta es la sala principal; desde aquí se puede ver y dirigir todo el sistema de vigilancia y protección de la finca. Es muy extensa la propi