198. EL SUEGRO DE LEONARD
Me quedo muy preocupado. Decido irme de inmediato a los nuevos estudios, donde se encuentra Clío con su papá y los demás. Al llegar, los veo muy risueños. Clío no se cansa de abrazar a su padre. Se nota que lo había extrañado.
—Buenas por aquí, los veo muy felices —dije acercándome despacio.
—¡Leo, no sabía que ibas a venir ahora! —exclamó Clío emocionada, viniendo a mi encuentro—. Mi papá quiere hablar contigo.
—¿Mi suegro quiere hablarme? —pregunté preocupado.
—Sí, no me preguntes de qué, porque no lo sé —se apresuró a decir.
Clío tomó mi mano y me arrastró hacia la sala principal, un espacio amplio decorado con fotografías familiares y maquetas de proyectos en los que había trabajado su padre. Mi mente divagaba entre la preocupación por ese supuesto "tema" que quería tratar conmigo y la incomodidad que empezaba a instalarse en mi pecho.
—Papá —llamó Clío suavemente, interrumpiendo un momento de risas compartidas con dos de los asistentes del estudio—. Aquí está Leo, como pediste.
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