La enfermera lo mira y luego observa al grupo de periodistas que se alejan al verla; después me dirige una mirada comprensiva y asiente.
—Hay una sala de espera para pacientes y familiares, más aislada. Si quieren, pueden esperar allí mientras arreglo lo que me pide —se va a marchar, pero se detiene—. Aunque ya está lista la habitación que le corresponde a la paciente. Puede esperar en ella hasta que la saquen del salón de recuperación.Asiento agradecida y la seguimos, sintiendo cómo la mirada de los periodistas se clava en nuestras espaldas hasta que doblamos en un pasillo y los perdemos de vista. Sin embargo, ya no estoy tan tranquila y empiezo a pensar que lo que le exigí a mi jefe tal vez no sea buena idea. Todo esto se está desarrollando demasiado rápido para mi gusto.—Bueno, señor Leonard, creo que ahora voy a estar a salvo de los paparazzi. Puede marcha