Aquí estoy, sin saber qué hacer dentro de un mercado de mujeres. Yo jamás he tenido que comprar nada; tengo personas que lo han hecho por mí toda mi vida. Pero quiero demostrarle a Clío que puedo ayudarla; no quiero que se entere de que llamé a alguien para que le hiciera ese favor. Una señorita se acerca a preguntarme si deseo que me ayude.
—En realidad, sí, señorita —confieso, algo avergonzado—. Estoy buscando pijamas para mi abuelita, talla mediana, pero no tengo ni idea de dónde mirar. Está en el hospital, la están operando de la cadera. Es solo hasta que pueda ir por sus cosas a la casa.—Muy bien, señor, sígame. La sección está por allá —me indica con amabilidad.La sigo en silencio, sintiendo cómo todas las miradas de las empleadas están sobre mí. Podría pedir que me lo compraran todo y