Las palabras flotaban en el aire. Lyssa se recargó en la silla, intentando mantener la calma mientras todas las piezas del rompecabezas volvían a reconfigurarse en su mente. Guardó silencio, sus ojos pasando de una a la otra, buscando alguna grieta en la compostura de Edna o Cintia.
—Bueno, entonces alguien nos está jugando sucio —dijo finalmente Lyssa, cruzando las piernas con elegancia—. ¿No creen? Porque si ninguna de ustedes dos lo subió, alguien más tiene esos videos. ¿Quién te ayudó a recogerlos? —Brayan —contestó enseguida Edna—. A él tampoco le conviene, porque violó a muchas chicas también ese día. —¿Y Simón? Edna, tú te fuiste con él esa noche. ¿También yo sé que cogieron copias? —preguntó Cintia. —¿Sim&oacu