Hay personas que, sin motivo alguno, les gusta hacer el mal. O se sienten superiores a otras y creen que todo en la vida tiene que ser como ellas lo quieren. Y, por alguna atracción cósmica, digo yo, se juntan. Ese es el caso de Cintia, Edna y Lyssa.
Se conocieron en la escuela privada cuando eran niñas y, desde entonces, siempre han mantenido su relación. No diré amistad, porque eso de ellas no lo es. Yo diría, más bien, una competencia por ver quién gana sobre quién.Hoy se han dado cita en un restaurante, después de que Lyssa las llamara para avisar que estaba en la ciudad. Todas llegan elegantemente vestidas, se inspeccionan entre sí luciendo sus más llamativas y caras ropas y carteras.—Hola, Lyssa —se levanta Edna al ver llegar a Lyssa, enfundada en un extravagante juego de pantalones rosa, con una cartera del último modelo de Louis Vuitton—. Estás