POV Valeria

No fue una decisión que tomé de un día para otro. Fue como una gota cayendo sobre una piedra hasta abrir una grieta.

Primero fue el pendiente que encontré en su ropa. Luego, el contrato filtrado, las bombas, los muertos, las discusiones interminables. Después, la frase que todavía me desgarraba el alma: “Quiero que abortes”.

Y, finalmente, las palabras de Adrián esa tarde.

Estábamos en su oficina, los dos en silencio, revisando papeles. Yo ya intuía que la situación era insostenible, pero lo confirmé al escuchar su voz grave, cargada de cansancio.

—Valeria… la empresa está quebrada.

Levanté la vista de los documentos.

—¿Qué?

Adrián dejó caer la carpeta sobre el escritorio.

—Las pérdidas son incalculables, las demandas se multiplican. Los clientes de Singapur nos cerraron la puerta, los proveedores se retiraron. Estamos arruinados.

Me quedé helada.

—Pero Armando… dijo en el consejo que inyectaría capital.

—Sí. Él puede hacerlo —suspiró—, pero será para recomenzar todo desde