Capítulo 53.
POV Cintia.
La noche nos envolvía con su manto de luces doradas. Apenas cerramos la puerta de la suite que Valeria había reservado para nosotros, el silencio del mundo se quedó afuera. Allí, en aquel cuarto amplio, cubierto de pétalos de rosas y con un balcón que se asomaba al mar, supe que empezaba una nueva vida.
Adrien me tomó de la mano, suave, como si temiera que al soltarme me desvaneciera. —Eres mi esposa —susurró, y la palabra “esposa” retumbó en mi pecho como un eco sagrado.
Nos besamos, al principio tímidos, como quien aprende un idioma nuevo, pero pronto el deseo nos arrastró. Su boca sabía a vino dulce, y sus manos, cálidas, se apoyaban en mi cintura. Sentí el calor recorrerme, el corazón desbocado, y de pronto me separé con una risa nerviosa.
—Espera… —le pedí, mordiéndome el labio.
Caminé hacia el baño con el corazón en llamas. Sabía que me esperaba. Y sabía también lo que yo había preparado. Sobre la cama, días atrás, Valeria y yo habíamos reído escogiendo aquella lence